ECONOMíA

Milei y el experimento económico: entre inversión extranjera, crisis financiera y pérdida de soberanía

El modelo económico de Javier Milei muestra un mes de turbulencias: RIGI, crisis cambiaria y dependencia de financiamiento externo evidencian riesgos para empleo, recursos estratégicos y autonomía nacional.

Un análisis de Nueva Mirada Radio 

El modelo económico impulsado por Javier Milei y ejecutado por Luis "Toto" Caputo atraviesa un momento crítico, en el que tres ejes se intersectan para mostrar las tensiones y los riesgos que enfrenta Argentina. 

Por un lado, el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) ha multiplicado la entrada de capitales extranjeros en sectores estratégicos, desde minería hasta energía. Sin embargo, la generación de empleo local no acompaña: el sector minero perdió 2.152 puestos de trabajo en un año, representando apenas el 0,6% del empleo privado formal. Las empresas extranjeras pueden girar el 100% de sus ganancias al exterior y, tras tres años, no están obligadas a liquidar exportaciones, consolidando un modelo extractivista que recuerda pactos históricos de entrega de patrimonio nacional.

En paralelo, la economía macro muestra señales de crisis: el dólar mayorista superó los 1.475 pesos, el minorista llegó a 1.523 pesos y los dólares financieros (CCL, MEP y Blue) presentan brechas de hasta 5,7% con el oficial. La fuga de capitales se aceleró tras la elección de Buenos Aires, alcanzando 300 millones de dólares en tres días, mientras el Banco Central vendió más de 1.100 millones de sus reservas para intentar contener la devaluación. 

La informalidad laboral supera el 43%, con salarios por debajo de la pobreza y brechas de género que evidencian inequidad persistente, y más del 30% de la población económicamente activa enfrenta subempleo o busca empleo adicional para llegar a fin de mes.

El tercer eje crítico se relaciona con la pérdida de soberanía: Milei solicitó un préstamo de USD 30.000 millones al Tesoro de Estados Unidos, generando críticas por parte de sectores políticos y sociales. Este financiamiento externo refuerza la dependencia del país frente a potencias extranjeras y limita la capacidad de implementar políticas autónomas que prioricen el desarrollo interno y la protección de recursos estratégicos.

La intersección de estos tres ejes —RIGI y la concentración de capital extranjero, la crisis financiera y cambiaria, y la subordinación económica— dibuja un panorama inquietante. La promesa de prosperidad y progreso económico se enfrenta a la realidad de un país con crecientes vulnerabilidades: empleo precario, pérdida de control sobre recursos estratégicos y una dependencia externa que compromete la soberanía nacional.

Este modelo económico no es solo un experimento liberal extremo: es, en los hechos, la entrega del país. La prioridad puesta en atraer capital extranjero y financiarse con préstamos externos expone a Argentina al saqueo de sus recursos y a la subordinación frente a potencias foráneas, mientras la población paga con precariedad, pobreza y pérdida de derechos. La pregunta deja de ser retórica: este modelo, si se consolida, transformará la promesa de desarrollo en una cesión sistemática del patrimonio nacional.

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