OPINIóN
La paradoja correntina: Valdés y Tassano entre los mejores cinco en una provincia empobrecida
Corrientes es una de las provincias más pobres del país, con crecimiento desordenado y sin ley de pauta oficial, pero sus principales dirigentes aparecen entre los mejores valorados del país. ¿Cómo se explica esta contradicción?
Por Jeremias Giordano
Corrientes atraviesa una profunda crisis social y económica. Según los últimos datos del INDEC, el 52,3% de la población de la capital provincial vive por debajo de la línea de pobreza, y un alarmante 13,4% se encuentra en la indigencia. En apenas seis meses, la pobreza aumentó más de 11 puntos y la indigencia casi se duplicó. La Canasta Básica Alimentaria, además, se disparó un 300% en el último año, acentuando el deterioro del poder adquisitivo.
A pesar de estos números, las políticas provinciales no han logrado revertir ni siquiera parcialmente esta situación. La desigualdad se acentúa en los sectores más vulnerables, que no solo padecen la falta de ingresos, sino también de infraestructura básica, acceso a servicios públicos y oportunidades laborales reales.
Crecimiento de asentamientos populares y falta de planificación urbana
Corrientes también lidera otro ranking preocupante: el del crecimiento de asentamientos populares. Es una de las provincias con más barrios registrados en el ReNaBaP (Registro Nacional de Barrios Populares), con 200 asentamientos distribuidos en más de 30 localidades. De ellos, 56 están en la ciudad capital, donde miles de familias viven sin acceso formal a servicios esenciales como agua, cloacas, energía eléctrica o recolección de residuos.
Esto es el reflejo de una ausencia histórica de planificación urbana. Investigaciones de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) advierten que la expansión territorial de Corrientes se da sin controles ni regulación, siguiendo intereses inmobiliarios antes que criterios de desarrollo sostenible. Este crecimiento caótico impacta directamente en la calidad de vida, el ambiente y la seguridad de quienes viven en los márgenes de la ciudad.
Imagen pública de los líderes políticos
En este contexto, sorprende que el gobernador Gustavo Valdés y el intendente Eduardo Tassano encabecen rankings de imagen positiva a nivel nacional. En 2023, por ejemplo, la consultora CB posicionó a Valdés como el gobernador mejor valorado del país, con un 68,5% de imagen positiva. Un año después, Tassano lideró el ranking de intendentes con un 57,7%. Hace poco la mayoría de los medios locales publicaron una encuesta donde Valdés y Tassano están entre los mejores 5 del país en sus respectivos puestos, intendente y gobernador.
Estas cifras fueron replicadas sin cuestionamiento por medios como Radio Dos, Época, etc. Contrastan con la situación real de la provincia. En sus coberturas, los principales medios destacaron estos logros sin mencionar el contexto económico, social ni urbano, reproduciendo una narrativa oficialista sin profundidad ni crítica.
La influencia de la pauta oficial en los medios locales
El vínculo entre la alta imagen de los dirigentes y el rol de los medios no es menor. En Corrientes, no existe una ley que regule la distribución de la pauta oficial, lo que permite su asignación discrecional. Esta situación genera una fuerte dependencia de los medios respecto al gobierno provincial y municipal, afectando su independencia editorial.
Medios como El Litoral, Época, Radio Dos, LT7, Sudamericana, Canal 13, entre otros, concentran la mayor parte de la pauta oficial. La falta de criterios claros o equitativos reproduce un esquema donde solo unos pocos grupos económicos reciben millones del Estado a cambio de sostener un discurso favorable al poder.
El presupuesto provincial 2024 destinó $3.200 millones a la Dirección de Información Pública, encargada de la publicidad oficial. Es una cifra que supera por mucho los $500 millones previstos para arreglos de hospitales del interior, lo que expone las prioridades del gobierno.
En una provincia con los peores indicadores sociales del país, sin planificación urbana, con cientos de asentamientos precarios y medios de comunicación condicionados por la pauta, la imagen positiva de los principales funcionarios parece construida más desde el marketing político que desde la gestión real.
Resulta imprescindible avanzar hacia una ley que regule la distribución de la pauta oficial y promueva la pluralidad informativa. Sin un sistema mediático transparente e independiente, no se puede hablar de democracia plena, ni de ciudadanos informados. Y mucho menos de líderes verdaderamente valorados por sus resultados.