HISTORIA POPULAR
La Plaza de la Dignidad: el grito correntino que precedió al Puentazo del 99'
La Plaza de la Dignidad fue la antesala del Puentazo y de una rebelión popular que, meses más tarde, desembocaría en represión, muertes y caída institucional.
Por Jeremias Giordano
Hace exactamente 26 años, Corrientes vivía una de las mayores crisis sociales de su historia reciente. El 7 de junio de 1999, un grupo de docentes y trabajadores armó carpas frente a la Casa de Gobierno. Así nació la Plaza de la Dignidad, una expresión de lucha que, durante seis meses, encarnó el hartazgo de un pueblo ante un sistema político quebrado, un Estado ausente y un modelo económico que ya mostraba su colapso.
Fue la antesala del Puentazo del 99' y de una rebelión popular que, meses más tarde, desembocaría en represión, muertes y caída institucional.
El modelo en crisis: una provincia quebrada y al borde del estallido
En 1999, Corrientes estaba atravesada por una crisis institucional y financiera sin precedentes. Tras la destitución del gobernador Raúl Rolando Romero Feris (Partido Nuevo) por juicio político, la provincia fue intervenida por el gobierno nacional. En su lugar se designó al dirigente radical Ramón Mestre como interventor federal.
La administración anterior había dejado a la provincia sumida en una grave deuda pública y con el pago de salarios públicos completamente colapsado. Había atrasos de hasta cuatro meses en los sueldos, se emitían bonos para pagar a estatales y proveedores, y más de la mitad del personal estatal cobraba en negro o con contratos precarios. La pobreza crecía de forma alarmante y el Estado estaba paralizado.
En la Nación, Fernando de la Rúa acababa de asumir la presidencia por la Alianza UCR-Frepaso, pero su ministro del Interior, Federico Storani, profundizó la lógica represiva de su antecesor. La provincia estaba bajo la supervisión directa del Ministerio del Interior y las fuerzas federales eran las encargadas de custodiar el orden público.
La Plaza de la Dignidad: seis meses de aguante popular
En este contexto de crisis y desgobierno, el 7 de junio de 1999 comenzó una forma inédita de resistencia. Como recuerda Sonia López, actual dirigente del Partido Comunista de Corrientes:
“Hace 26 años, estábamos cortando el puente el 7 de junio de 1999, éramos mucha gente, centenares de miles, y el gobierno no respondía a nuestro petitorio. Se demoraban, no lo querían hacer, y nosotros viendo qué se hacía desde lo alto del río. Se conocía que ese día desde temprano estaba la 'Interhospitalaria', médicos y enfermeros que se instalaron en la plaza con una carpa, como reclamo y como servicio. La cosa es que se debatía en el Puente si ir con ellos y quedarnos en la Plaza 'a hacer el aguante'. Y bajamos del puente en columnas inmensas, marchamos hasta la Plaza y nos quedamos allí, seis meses.”
La Plaza 25 de Mayo se convirtió en epicentro de la resistencia. En apenas horas, se levantaron decenas de carpas. Sonia López recuerda que su carpa, la de los Tutores Autoconvocados —padres y madres que reclamaban clases para sus hijos—, fue la número 42.
“Todo era súper movilización masiva, actos, movidas, acampar en la plaza, hacer asambleas. Discutir a viva voz por qué no podemos vivir mejor y qué teníamos que hacer. Maravilloso. Fuimos héroes y heroínas tomando cocido en la calle, mate y chipa cuerito. Inocentes gauchos alzados cabalgando la patria chica.”
En palabras de Diego Jesús Vigay, abogado de Derechos Humanos:
“Hace 26 años, el 7 de junio de 1999, un grupo de docentes y trabajadores correntinos instalaba en la plaza 25 de mayo las carpas que luego se convertirían en un gran movimiento popular y social, llamado Plaza de la Dignidad y el Correntinazo del ’99.”
“El pueblo correntino estuvo movilizado en ese inmenso campamento de resistencia, que duró muchos meses, con más de cien carpas —cada una representaba un colegio o sector—. Se sumaron las plazas del interior, movilizaciones, cortes de ruta, especialmente del Puente General Belgrano. Se luchaba contra un sistema feudal y conservador que históricamente sumió a la mayoría de los correntinos en la pobreza.”
El Puentazo y la represión
El 17 de diciembre de 1999, la protesta se trasladó al Puente General Belgrano, que une Corrientes con Chaco. Lo que comenzó como un corte masivo se convirtió en una represión brutal ejecutada por Gendarmería Nacional.
Según informes periodísticos y testimonios, hubo un operativo con tiros de bala de plomo, francotiradores desde el río, helicópteros y apagones de luz. Fueron asesinados dos jóvenes correntinos: Mauro Ojeda y Francisco Escobar. Más de 35 personas resultaron heridas, muchas con impactos de bala.
Sonia López escribió en sus redes:
“Tuvieron que corrernos a los tiros un 17 de diciembre de 1999, matarnos dos jóvenes, herir de balazos a más de treinta. Aún siento los silbidos de las balas por mis oídos cuando nos tiroteaban los francotiradores de Gendarmería. Tuvieron que desembarcar por el río Paraná porque sobre el puente nadie podía con nosotros.”
Fue el acto represivo más sangriento en democracia desde 1983 hasta el 2001. El gobierno nacional no brindó explicaciones convincentes, y el hecho quedó impune.
Corrientes fue la primera provincia que hizo estallar el modelo. Dos años antes del Argentinazo de 2001, los correntinos protagonizaron una rebelión popular contra el ajuste, la precarización y la pobreza estructural.
“La realidad actual de la provincia demuestra que sigue replicando ese modelo injusto y arbitrario”, escribió Diego Vigay. “Corrientes tiene hoy un 50 % de su población en la pobreza, incluidos buena parte de los trabajadores públicos, muchos de los cuales están en negro.”
Lo que ocurrió en 1999 no es solo memoria. Es advertencia, legado y promesa. Una historia escrita por trabajadores, madres, docentes y militantes, que se enfrentaron a un Estado quebrado y a un sistema político sordo a los reclamos del pueblo.
La historia de la Plaza de la Dignidad y del Puentazo no es solo un recuerdo. Es advertencia, legado y promesa. Porque, como decían quienes resistieron bajo la lluvia y el plomo: solo el pueblo salvará al pueblo.
Y como escribió el poeta Luis Ángel Llarens desde aquella plaza:
“Y nos golpearon fuerte, con soberbia,
y lo que más dolió: con democracia.
Y de vuelta volvimos a encontrarnos
compañeros, hermanos, en la plaza.”