ANáLISIS
Massa superministro y el giro del kirchnerismo
Con la aceptación de Sergio Massa como el presidente de hecho, el kirchnerismo entregó quizás su bandera principal: la preponderancia de la política por sobre las imposiciones del mercado.
(Por Diego Silva)
El Golpe de Mercado que le asestaron al Gobierno nacional en el último mes tuvo su efecto: desde el miércoles Sergio Massa se convertirá en el presidente de hecho, concentrando los resortes principales de la economía del país.
Para ello, fue necesaria una feroz corrida cambiaria que llevó al dólar ilegal a los 350 pesos el miércoles pasado. Solo unos pesos por debajo se ubicaron los dólares financieros (CCL y MEP), que son con los que operan las grandes empresas.
Desde el momento en que la esposa de Massa, Malena Galmarini, realizó una publicación sugestiva en su cuenta de twitter, se lanzó el operativo clamor que en menos de 48 horas ubicó al hasta entonces presidente de la Cámara de Diputados a cargo de la Economía, Ganadería, Producción, relaciones con organismos multilaterales y acuerdos comerciales con otros países.
Inmediatamente, el dólar blue bajó de los 350 pesos a 282; los financieros ya operan por debajo de los $270. Y la caída no para. Lo mismo sucedió con el Riesgo País, que descendió de los casi 3.000 puntos de la semana pasada a los 2.400 de estos días. Los bonos argentinos en dólares no paran de revalorizarse.
¿Por qué tanta euforia de los mercados? Se comenzará a saber el miércoles cuando el flamante superministro informe su hoja de ruta con las primeras medidas económicas que regirán en el país.
Pero, además de las consecuencias económicas que tendrá la llegada de Massa al Gabinete, es preciso analizar las primeras conclusiones políticas que dejó este cimbronazo al interior, no solo del Gobierno y el Frente de Todos, sino del sistema político nacional.
En ese sentido, hay que recurrir a la afirmación que corrió por todo el mundillo político en las horas donde se confirmaba el arribo de Massa como superministro: “Sergio es uno de ellos”. Y ellos son el Mercado.
Que gobierne Massa es que gobiernen las grandes corporaciones económicas que provocaron la corrida cambiaria, con su consecuente traslado a precios; que esperan una mayor devaluación del peso y que hoy están festejando que uno de los suyos se hizo cargo del poder político. Nada bueno pueden esperar las mayorías del pueblo argentino con este escenario.
Que gobierne el mercado a través de Massa es, fundamentalmente, la claudicación final del Frente de Todos. Esa coalición que llegó al Gobierno nacional con casi el 50% de los votos, bajo la promesa de recuperar la política como herramienta para recomponer el ingreso de las y los trabajadores, y de las y los jubilados.
Nada de eso pasó. El retroceso en la participación de las mayorías en la riqueza nacional es un ejemplo claro de la continuidad de lo central del modelo económico del Gobierno macrista: los ricos más ricos y los pobres más pobres.
Pero lo que más llama la atención es el giro ensayado por el kirchnerismo. Esa fuerza política que nació en el 2003 con la llegada de Néstor Kirchner a la Presidencia y que significó el retorno a la militancia de miles de jóvenes que volvieron a ver a la política como una herramienta de cambio social. Esa fuerza política hoy también sucumbe ante el mercado.
Esos miles de jóvenes que se formaron políticamente bajo una de las máximas de Néstor: el verdadero ministro de Economía es el presidente o presidenta. Esa clara referencia que a la economía la definía la política y no los mercados, fue una de las principales rupturas con el consenso neoliberal que gobernó en los 90 y voló por los aires en diciembre del 2001.
Qué pensará esa militancia que tuvo su despertar político con Néstor y Cristina, cuando hoy su propio gobierno empodera a un legislador nacional como superministro de la Nación. Un deja vu del último Domingo Cavallo de ese 2001.
Qué pensará ese casi 50% que votó al Frente de Todos, principalmente por la figura de Cristina Fernández de Kirchner; y que ahora observa absorto como la vicepresidenta entregó su poder político, primero a Alberto Fernández, y ahora a Sergio Massa.
Una primera respuesta ya se expresó en las elecciones del año pasado, en las cuales el Frente de Todos perdió más de 4 millones de votos en comparación al 2019. Nada hace pensar que la sangría se haya detenido en estos meses, ni que termine el año que viene cuando Argentina elija su próximo presidente.
Pero también quedó confundida la alianza Juntos por el Cambio, que soñaba con una entrega temprana del Gobierno del Frente de Todos. Los mercados y la embajada norteamericana esta vez no eligieron ni a Macri ni al moderado Horacio Rodríguez Larreta, sino que se inclinaron por otro de sus alumnos prodigios: Sergio Massa.
El mapa político en Argentina quedó corrido a la derecha: de Massa a Javier Milei, pasando por Juntos por el Cambio. La centroizquierda quedó huérfana ante el giro kirchnerista, a la espera de la irrupción de otra fuerza. Porque en política ningún espacio queda libre.