OPINIóN
Decadencia: ¿Qué se comunica cómo política cuando se lo hace desde el formato y no del contenido?
Mientras una provincia se prende fuego y la mitad del país es pobre, la clase política se pasea por el show de los nuevos formatos de comunicación y el gobierno nacional decide cerrar el sistema de medios públicos. Se asiste a una nueva era de la decadencia.
Por Jeremias Giordano
Esta es una columna que no tiene intención de sólo criticar los nuevos formatos de los productos culturales. Sino más bien que se trata de un intento de pensar de ¿por qué y cómo se comunica lo que se comunica sobre política?.
Asistimos a una decadencia del contenido y no es casual que sea frente a las decisiones de este gobierno de cerrar el sistema público de medios de comunicación.
En los formatos actuales de consumo de productos culturales se intenta hablar de política desde otro lugar. Pero para quienes vivieron de manera más cruda la realidad de la década de los 90 todo parece una mala remake en formatos virales, shorts, reels, streaming, etc.
Igualmente el problema no es el formato, sino mas bien la exaltación de la individualidad y el vaciamiento de contenido, y ahí si quizás tenga que ver un poco el formato.
En palabras del comunicador e investigador Principal de CONICET, Martín Becerra: “la libertad de expresión asentada en principios del liberalismo moderno, especialmente en la noción de mercado de ideas como principio rector, es insuficiente para definir lo que se entiende como comunicación democrática”.
La lógica del mercado ha hecho que sean más visibles aquellos formatos que son factibles de vender y es ahí cuando se invisibilizan otras voces, y eso no es tratar a la información y a la comunicación como un derecho sino más bien como una mercancía.
Lo que se quiere decir es que los nuevos formatos de la virtualidad dieron grandes posibilidades de producir información y formatos comunicacionales diversos. Pero la lógica del mercado ha hecho que sean más visibles aquellos formatos que son factibles de vender y es ahí cuando se invisibilizan otras voces, y eso no es tratar a la información y a la comunicación como un derecho sino más bien como una mercancía.
“Accedemos más fácilmente a producir, todos podemos abrir un blog o tener una cuenta en cualquier red social, pero no todos tenemos la capacidad de poner en circulación masiva el contenido que producimos. O sea, este es un aspecto clave para entender el poder que tienen las plataformas digitales que intermedian en la esfera de circulación ofreciendo diques de contención que pueden aumentar o reducir la visibilidad, colocar contenidos primeros en las búsquedas o eliminarlos, cancelar cuentas o potenciarlas por razones políticas, culturales o comerciales", explica Martín Becerra.
Además los nuevos formatos tienen dos características, mas allá de la concentración de la palabra, que son propias de la lógica de mercado de medios de la década de los 90. Hay una exaltación de la individualidad dónde todo tiene peso más por quien lo dice que por lo que pasa en realidad.
Entonces las discusiones sociales sobre el progreso de la humanidad quedan sin ningún tipo de importancia cuando alguien avalado culturalmente por la lógica del mercado tiene el poder "de decir" en un formato muy consumido. Incluso ese alguien es capaz de banalizar su propia condición de clase política y lavarse tan fácil las manos de las responsabilidades que tiene de, por ejemplo, la pobreza de éste país.
Y por otro lado hay un vaciamiento del contenido para respetar un formato “que se vende”. Entonces la clase política del país se pasea por todos estos nuevos formatos de consumos culturales hablando de política de forma banal. Desde personajes como Guillermo Moreno sexualizando situaciones, Pichetto contando sus intimidades de porque comenzó a militar en la política, otros hasta leyendo la biblia, y el presidente cantando en el Luna Park.
Y el problema no es lo que personalmente estos personajes quieran comunicar de si mismos (la exaltación de la individualidad). Sino más bien que se venda eso como política.
Mientras tanto una provincia se prende fuego y la mitad del país es pobre, la clase política debería estar dando explicaciones y desarrollando proyectos para poder resolver problemas de urgencia. Y el problema no es lo que personalmente estos personajes quieran comunicar de si mismos (la exaltación de la individualidad). Sino más bien que se venda eso como política. Se está asistiendo a una imagen de época de la decadencia, incluso de la dirigencia política.
Políticamente hablando habrá que retroceder casilleros y volver a confiar en la palabra colectiva como paso a la acción comunicativa en nuevos formatos. Como una separación de las individualidades, que a decir verdad parecen ser nefastas todas aquellas individualidades a las que se le dio poder y de ellas depende el futuro.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/504368-las-plataformas-todo-poderosas