Florencia Piñeiro resaltó lo importante que es llamar a los sucesos por su nombre: “queremos hablar de lo que sucedió como lo que es, un lesbocidio. Sin tampoco obviar el contexto que se esta viviendo en nuestro país. Porque el lesbocidio de esta mujeres también se da a causa de un montón de factores y situaciones que salieron mal y también el odio”, expresó.

Hay que tener en cuenta que el triple lesbocidio de Barracas, se da en un contexto de crisis habitacional, precariedad laboral y el impulso de una economía neoliberal, lo que expone la grave situación de riesgo y violencia en la que se encuentra la comunidad LGBT+.

“Lo que siempre tratamos de hacer desde el colectivo es llamar a estas situaciones por su nombre. Por eso es que también logramos que los femicidios sean reconocidos como tal, están claras una cantidad de desigualdades como mujeres. Entonces también tenemos la necesidad de pensar la realidad de la comunidad como víctimas de un odio sobre nuestra sexualidad, y sobre nuestros cuerpos”, reafirmó.

Durante la conferencia matutina del 13 de mayo, el vocero de la presidencia, Manuel Adorni, dijo que el ataque de Barracas fue la expresión de una violencia “generalizada” y “abarcativa” (que le puede pasar a cualquier persona, en pocas palabras).

Sobre esto Florencia Piñeiro fue clara: “ya escuchamos al vocero presidencial negar el lesbocidio, negar nuestras luchas y realidades. Negar la realidad en que vivan estas mujeres es volver a victimizar y violentar a todo un colectivo, están construyendo un contexto que contribuye a este odio”, finalizó.

El hecho

Pasadas las 23:30 hrs del domingo 5 de mayo, Justo Fernando Barrientos, que vivía en el mismo hotel que las víctimas (Pamela Cobas, Roxana Figueroa, Andrea Amarante y Sofía Castro Riglos),arrojó un explosivo casero a la habitación en la que se encontraban dos parejas lésbicas.  Las mujeres intentaron salir, pero su agresor bloqueó la puerta. 

A causa de las quemaduras, Pamela falleció horas después del ataque. El 8 de mayo, Roxana perdió la vida,  y cuatro días después de estar en terapia intensiva, Andrea falleció. 

Aunque en algunos medios de comunicación el caso fue abordado como un incendio, desde un principio, organizaciones feministas y sexo disidentes denunciaron que se trataba de un crimen de odio.