COPARTICIPACIóN
Un fantasma de los 90': municipios chaqueños complicados para pagar sueldos
La demora en las transferencias provinciales revive tensiones salariales y refleja el impacto del ajuste nacional en los municipios.
Por Jeremias Giordano
Intendentes chaqueños denunciaron públicamente atrasos en la transferencia de fondos de coparticipación por parte del gobierno provincial de Leandro Zdero.
Específicamente, señalaron que no se giraron los recursos correspondientes a la cuarta cuota de enero, la cual suele ser la de mayor volumen y se destina al pago de salarios municipales.
Esta demora llevó a que algunas comunas no puedan cumplir con el pago de sueldos, lo que generó preocupación y la posibilidad de iniciar acciones legales contra el Ejecutivo provincial por lo que consideran una "retención indebida" de fondos.
Una situación similar a la crisis de los 90
Esta crisis que enfrentan actualmente los municipios del interior del Chaco, marcada por el retraso en la coparticipación y la incapacidad de muchos intendentes para garantizar el pago de salarios, no puede entenderse de forma aislada del escenario económico nacional.
Las políticas de ajuste impulsadas por el presidente Javier Milei, bajo una lógica abiertamente neoliberal, profundizaron las desigualdades territoriales y replican patrones ya conocidos en la historia reciente argentina.
Desde su asunción, Milei redujo de forma drástica las transferencias del Estado nacional a las provincias, eliminando subsidios clave (como los del transporte y la energía) y recortando partidas presupuestarias fundamentales para la gestión local.
Este achicamiento del Estado, justificado bajo la consigna del “déficit cero”, debilitaron la capacidad operativa de los gobiernos provinciales y municipales, especialmente en las regiones más postergadas, como el norte argentino.
Esta lógica no es nueva. Durante la década de 1990, bajo el gobierno de Carlos Menem que terminó en la crisis del gobierno de De La Rúa, también se aplicaron recetas neoliberales que incluyeron privatizaciones, descentralización sin recursos y recortes presupuestarios.
En aquel entonces, fueron justamente los municipios del interior —con escasa capacidad fiscal y alta dependencia de la coparticipación— los primeros en manifestar síntomas de crisis: atrasos salariales, precarización laboral y colapso de los servicios básicos. La historia parece repetirse.
Lo llamativo en este contexto es la alineación política del gobernador chaqueño, Leandro Zdero, con Javier Milei y La Libertad Avanza. A pesar de que la aplicación de estas políticas está profundizando el deterioro económico y social en su provincia, mantuvo un discurso de acompañamiento y sintonía con la Casa Rosada.
Esta contradicción deja en evidencia una tensión creciente entre la lógica ideológica de ciertos sectores de la dirigencia política y las necesidades concretas del territorio que gobiernan.
Zdero, al igual que otros gobernadores que buscan mostrarse “amigables” con el gobierno nacional como el de Valdés, enfrenta el dilema de sostener una relación política que en los hechos agrava las condiciones de vida en su provincia.
Los intendentes, en cambio, comenzaron a expresar con más fuerza el malestar de una base social que ya no tolera sueldos de indigencia, recortes en salud y educación, ni la ausencia de un Estado.
La situación actual en el Chaco es un espejo de los límites del neoliberalismo aplicado sin mediaciones ni amortiguadores sociales. Y también plantea un interrogante político central: ¿hasta cuándo podrá sostenerse la alianza entre gobiernos provinciales y un proyecto nacional que debilita sistemáticamente su capacidad de gestión?