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Walter Bulacio: la razzia que marcó una generación y desnudó la impunidad policial

A 34 años, su nombre sigue siendo bandera de lucha. Detenido por “estar parado” en un recital, murió por golpes en una comisaría. El caso llegó hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La Justicia Argentina ausente.

Por Teresita González Ocantos

Artista visual, propietaria del espacio de arte “Galería Jacarandá”, de Goya, Corrientes

El 19 de abril de 1991, Walter David Bulacio, un estudiante de 17 años, fue detenido por la Policía Federal en las inmediaciones del estadio Obras, donde se presentaban Los Redonditos de Ricota, el pasado sábado se cumplieron 34 años.  

Como no había conseguido entrada, decidió quedarse afuera con sus amigos. La policía realizó una razzia: detuvieron a más de 100 jóvenes sin motivo. Walter fue uno de ellos.

Llevado a la Comisaría 35, fue brutalmente golpeado. Nunca se notificó ni a sus padres ni al juez de menores, como indicaba la ley. Al día siguiente comenzó a vomitar. Recién entonces fue trasladado a hospitales públicos sin explicación y bajo custodia policial. Sus padres se enteraron por un vecino. El 26 de abril, Walter murió por traumatismo de cráneo. Tenía hematomas visibles en el rostro. Había sido asesinado.

Un graffiti quedó grabado en la celda: “Caímos por estar parados. 19/04/91”. Era el testimonio desesperado de lo que había ocurrido.

A partir de ese momento, su caso se convirtió en emblema de la violencia policial y de la represión en democracia. Su abogada, María del Carmen Verdú, fundadora de CORREPI, asumió la causa y la llevó más allá del cerco judicial argentino.

Mas de treinta años de lucha, memoria y ausencia de justicia

Durante más de dos décadas, la justicia argentina dilató el caso. El comisario Miguel Ángel Espósito fue procesado, sobreseído, vuelto a procesar y, finalmente, beneficiado por la prescripción. En 2013, fue condenado a solo tres años de prisión en suspenso, sin pisar un juzgado: participó del juicio por videoconferencia. Nunca se investigaron los golpes, ni se buscó a los autores materiales del homicidio.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado argentino en 2003. Reconoció que se habían violado los derechos de Walter y ordenó investigar, sancionar y reparar. El Estado aceptó su responsabilidad, pero las medidas reales llegaron tarde y a medias.

La abuela de Walter, “Mary”, se convirtió en referente de la lucha. “Aprendí a luchar cuando la policía mató a mi nieto”, decía. Encabezó marchas durante veinte años, hasta su muerte en 2014.

Walter fue homenajeado por artistas como el Indio Solari, Fito Páez y Fabiana Cantilo. Su historia inspiró canciones y mantuvo viva la memoria colectiva. Hoy, su nombre es parte del grito popular que no olvida: “Yo sabía, yo sabía, que a Bulacio lo mató la policía”.

El 19 de abril a 34 años, el caso Bulacio representa una deuda pendiente del Estado con su juventud. Y una herida abierta que exige justicia, memoria y verdad.

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