OPINIóN

Segunda vuelta en Brasil: entre el fascismo y Lula

Quizás el voto en Brasil se transforme en una herramienta para ¿detener al fascismo? El asesinato de Marielle Franco, con altos contenidos fascistas, fue la profundización de la violencia, no solo brasilera, sino latinoamericana.

Foto: Plataforma antifascista

*Por Jeremías Giordano

De cara a la segunda vuelta de las elecciones en el país vecino, y con todo lo que significa para Latinoamérica, el pueblo futbolero despertó con la imagen del mejor jugador de Brasil en los últimos tiempos, Neymar, apoyando a Bolsonaro. Y eso inmediatamente hizo que las expresiones populares vuelvan a ser recuerdo en las personas.

Pareciera que Neymar se olvidó de la contundente movilización de las hinchadas brasileras cuando hace dos años se lanzaron a las calles en una lucha antifascista contra los crecientes grupos neonazis en Brasil apoyados por Bolsonaro, o de las expresiones antirracistas del fútbol, incluso hasta el mismo Pele. 

La escalada de violencia fascista más alta que sufrió Latinoamérica en este último tiempo fue el intento de magnicidio a Cristina Fernández, la vicepresidenta de Argentina. Situación que ya viene de la mano con las persecuciones y encarcelaciones a militantes del Movimiento Guevarista en Ecuador. Y la última escena internacional, ya no en Latinoamérica, sino en Europa, Italia, fue la victoria de la públicamente fascista, Giorgia Meloni.

En las descripciones más generales y menos complejas, el fascismo es culpar de las tragedias de una sociedad a otro grupo social por el solo hecho de serlo. ¿Y como eso vino de la mano con Bolsonaro en Brasil o como volvió? Uno de los hechos que marcó la profundización del fascismo con Bolsonaro fue el asesinato de la dirigente política Marielle Franco en el 2018, un año antes de que Jair Bolsonaro fuera presidente, y hecho en el que según una investigación de Globo TV, el mandatario puede estar involucrado. 

Durante su Presidencia, los hechos fascistas se repitieron por doquier. Discursos nazis, persecución a artistas y periodistas, protección a asesinos, censura de libros y películas y un goteo diario, infinito, de atrocidades en Brasil. Para ser más concreto, hay que volver a lo de Marielle Franco y observar los contenidos fascistas del crimen.

En el momento de su asesinato, Marielle era elegida con 46.502 votos para el cargo de concejal en la capital carioca por la coalición Cambio es posible, formada por el PSOL y el Partido Comunista Brasileño (PCB); fue la quinta más votada en la ciudad. Además, Franco era crítica de la intervención federal en la seguridad pública de Río de Janeiro. Era una de las integrantes de la Comisión de la Cámara de Concejales. Y había  denunciado recientemente abusos de autoridad policial contra los pobladores de las favelas. Según la investigación, Bolsonaro podría estar involucrado y también la policía brasilera. En pocas palabras, la mataron por mujer, negra, pobre, e involucrada en la política. 

Cuando el fascismo tiene permitida la violencia y se hace del Poder Judicial avanza sobre las expresiones políticas, tanto así que lograron perseguir y encarcelar de manera injusta a Lula Da Silva. Quien después de ese tiempo que ganó la derecha y el fascismo con él preso, vuelve a la contienda electoral con una fórmula que también hace consenso con la derecha para poder ganar una posible "gobernabilidad".

¿Pero hasta dónde llega el fascismo incluso unos días antes de las elecciones?. Primero, el presidente brasileño afirmó que los observadores internacionales llegados a Brasil no podrán fiscalizar los comicios, fue una nueva embestida contra el proceso electoral en medio de sondeos que pronosticaban que seria derrotado.

Y segundo, desplegando un odio que lleva a expresiones violentas como lo sucedido un día antes de las elecciones de este domingo que un hombre apuñaló y mató a un simpatizante del ex presidente y candidato presidencial Lula da Silva después de que manifestara su simpatía por el líder del Partido de los Trabajadores (PT) en un bar de Cascavel, en el estado brasileño de Paraná.

Se viene hablando en la discusión política diaria y en lo mediático que la victoria de Lula podrá ser una vuelta de tuerca a esa posible Patria Grande si se transforma en un vínculo con otras expresiones de izquierda y progresistas del continente. Pero ante la escalada del fascismo también es necesario preguntarse si esta posible victoria en segunda vuelta y la Patria Grande que viene ¿Serán también un golpe al fascismo? ¿Cuáles son los pasos a seguir, después de una elección, para detener el fascismo? Ejemplos hay muchos pero crear poder popular y organizado concreto suele dar muchas respuestas.