ELECCIONES LEGISLATIVAS NACIONALES

Un gobierno fortalecido, un país en crisis y la calle como único freno

Pese al clima de crisis económica, las denuncias de corrupción y los escándalos dentro de La Libertad Avanza, los resultados de las elecciones nacionales sorprendieron incluso a los analistas más cautos.

Un análisis de Nueva Mirada Radio

En la antesala de los comicios, la economía se desplomaba, el deterioro social se profundizaba y los casos de corrupción golpeaban al oficialismo liberal. El caso Libra, el escándalo del “3%” y las denuncias sobre los vínculos entre José Luis Espert y el empresario Fred Machado, acusado de lavado de dinero, anticipaban un resultado adverso.

Sin embargo, La Libertad Avanza obtuvo más del 40% de los votos, un porcentaje que consolidó un escenario de poder inesperado. La oposición, incluso sumando referentes provinciales del peronismo, no logró superar el 33%, su piso histórico. El respaldo externo de Estados Unidos terminó de apuntalar un gobierno que hoy se siente fortalecido y sin contrapesos.

Tras el triunfo, el Ejecutivo prepara un paquete de leyes que incluye reformas laboral, previsional e impositiva para debatir en diciembre y enero. El movimiento recuerda al intento de Mauricio Macri en 2017, cuando tras su victoria de medio término impulsó cambios similares y debió retroceder ante la presión de las protestas sociales.

Hoy, la principal incógnita es si ese escenario podría repetirse. El campo popular aparece dividido, con un sindicalismo fragmentado: la CTA en silencio y una CGT que promete resistir la reforma laboral en todos los frentes, incluso en las calles.

Corrientes y Chaco: lecturas regionales

En Corrientes, el ascenso de La Libertad Avanza confirmó lo que ya se anticipaba. El espacio quedó a muy poca distancia del valdecismo, al punto que algunos observan posibles entendimientos entre ambos sectores para consolidar una derecha aún más radical. Pese a la.perdida de referencia nacional de Valdés con los resultados. 

En Chaco, la elección mostró un empate técnico. El peronismo recuperó votos, pero persiste el riesgo de que la alianza entre la UCR y La Libertad Avanza termine por diluir el peso del radicalismo. Mientras tanto, en Corrientes, el gobierno de Valdés logró contener esa convergencia, aunque su retroceso fue notorio: pasó del 52% al 33% en apenas dos meses. El triunfo libertario en la capital provincial debilitó sus aspiraciones nacionales dentro de Provincias Unidas.

El rumbo: más ajuste, más poder y más dependencia externa

A nivel institucional, el panorama es claro: el oficialismo no tiene mayoría absoluta, pero gobierna sin frenos reales. Las pocas derrotas sufridas —como el financiamiento universitario o los fondos para discapacidad— no provinieron del Congreso, sino de la movilización popular.

La lectura general indica que la correlación de fuerzas se define en la calle más que en el Parlamento. Con el PRO deslizándose hacia el bloque libertario y los gobernadores de Provincias Unidas replegándose al oficialismo, La Libertad Avanza podría convertirse en la primera minoría del Congreso. La reciente foto de 20 mandatarios reunidos con Milei es un signo de ese reacomodamiento.

Este avance se apoya, además, en una fuerte injerencia estadounidense. En las dos semanas previas a las elecciones, el Tesoro norteamericano inyectó 1.800 millones de dólares para sostener el tipo de cambio. A eso se suman un swap de 20.000 millones con China y una “ayuda” similar del Fondo Monetario Internacional. Cada uno de esos respaldos, advierten los analistas, implica compromisos políticos y económicos que comenzarán a hacerse sentir.

La interna del peronismo y la crisis de representación

Mientras tanto, el peronismo atraviesa una crisis profunda. La carta de Cristina Fernández responsabilizando a Axel Kicillof por el resultado electoral expuso la fractura interna y la falta de autocrítica.

El voto popular se dispersa y la abstención crece: en estas elecciones votó menos gente que en 2021, incluso sin pandemia. El desencanto con el sistema político es evidente, y ninguna fuerza logra canalizarlo.

El mapa político muestra una derecha que cada tanto repite un 40% , y un campo nacional y popular que se achica. Las campañas centradas en “frenar a Milei” demostraron su límite: con el voto peronista no alcanza.

El problema, más que electoral, es de representación política y social. Hoy, la única fuerza capaz de frenar el avance del gobierno parece ser la movilización. Con un Congreso alineado y una oposición debilitada, la calle vuelve a ser el escenario decisivo.

Desde 2015, las principales fuerzas del campo popular votaron siempre para frenar algo —a Macri, a Milei o a la derecha—, pero sin discutir un proyecto propio de país. Mientras no exista un programa claro sobre la deuda externa, el FMI o la soberanía nacional, los resultados tenderán a repetirse.

La política del miedo puede unir momentáneamente, pero no construye futuro.

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